El problema de las consignas modernas es que son de una simpleza aterradora, tanta que, como dijo Umberto Eco, “puestas del revés conducen al absurdo: el “no al hambre” (o a la guerra) es una aseveración tan obvia que no resiste la afirmación contraria o es que ¿alguien se atrevería a decir, “sí al hambre”?”. […]
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